lunes, 29 de julio de 2013

El arte en la música



 e la misma forma que resulta imposible apreciar la totalidad de la vida de L. Ronald Hubbard sin su música, uno tampoco puede apreciar su música sin tener en cuenta lo que él dio al arte como un todo.
El tema del arte le había producido curiosidad y fascinación desde hacía largo tiempo; ya que, según había escrito, hasta que uno pudiera ofrecer una definición funcional del arte, no era probable que el mundo se hiciera más consciente de ello. Y sin arte, añadió en otra parte, el honor y la gloria de una sociedad están perdidos.
Así que entre las muchas cosas que le ocupaban en nombre de Dianética y Scientology, L. Ronald Hubbard examinó la forma musical y su respuesta emocional, como parte de su estudio más amplio sobre el arte. En el centro de este examen se encuentra una visión muy especial del hombre como un ser intrínsecamente espiritual que estaba, él mismo, muy cerca de todo lo que encarnan las palabras “bello” y “estética”. Y de hecho, explicó, cuando uno habla de utilizar Dianética y Scientology para la rehabilitación de la capacidad artística, uno está hablando de rehabilitar aquello que está más cerca de nuestra esencia espiritual. Pero el problema de aportar una definición funcional del arte, persistió; y en parte con esa finalidad, Ronald continuó su examen de lo que es, probablemente, la más omnipresente de todas las formas de arte: la música.
Su instrumento preferido para esa investigación, fue el órgano electrónico. El primero que tuvo, un órgano electrónico de iglesia “Baldwin 10”, lo utilizó en Wichita, en el estado de Kansas, en donde, entre la primavera de 1951 y el comienzo del invierno de 1952, dio una serie de conferencias en la Fundación local de Dianética. Después de esta década en la que Ronald fundó Scientology y Dianética, que crecieron mundialmente durante esos diez años, llegó el traslado de Ronald a Saint Hill Manor en East Grinstead, Sussex; y allí, junto a un piano vertical, estaban colocados un Wurlitzer y un órgano muy apreciado Melletron Electric, precursor del sintetizador y capaz de producir una réplica aceptable de la voz humana. En la secuencia final de la película promocional de Scientology, titulada Una tarde en Saint Hill, vemos a Ronald interpretando en este instrumento “The Saints Go Marching In” (“Cuando los santos vayan marchando”, conocida como “La marcha de los Santos”), en tanto que sus propias composiciones de este período han sido descritas como ligeramente medievales y evocadoramente bellas. Pero el propósito principal para lo que modestamente llamó este estudio incidental, era un entendimiento de la música en general y del arte como un todo.
Sus conclusiones, ahora famosas, están descritas en un texto revelador que se titula, ARTE. Es la explicación del proceso creativo que ha tenido una mayor y más extensa influencia, ARTE ha inspirado a artistas de muchos y distintos campos, incluyendo el sector literario, el de la pintura, la producción de películas, la actuación, la danza y, por supuesto, la música. Es intrínseca a la obra, su definición del arte que tan a menudo es citada, como “una palabra que resume LA CALIDAD DE LA COMUNICACIÓN”. Fue dentro de ese marco, desde donde continuó codificando este tema en su totalidad.
A modo de ejemplo, considera sus análisis del ritmo. “En la música hay seis tipos distintos de ritmo”, comienza su examen del tema como está contenido en ARTE. Después, continúa con su análisis definitivo de esos tipos rítmicos, incluyendo:


“Regular: lo que significa el tiempo acentuado (enfatizado) uniformemente.

“Sincopado: la colocación de tiempos sin acento junto con tiempos acentuados a intervalos regulares o irregulares.

“Suspendido: en un ritmo suspendido hay distintas detenciones regulares del flujo en la melodía, pero todos los tiempos están ahí, simplemente se detienen regularmente para un intervalo.

“Acentuado: en donde uno o más tiempos en un compás han recibido un énfasis más fuerte, (pulsación rítmica) o acento.

“Tiempo omitido: la omisión regular de uno o más tiempos en compases.

“Tiempo añadido: tiempos adicionales fuertes o, generalmente débiles, que se añaden al ritmo de una manera consistente o inconsistente”.
Lo que él quería enfatizar –y era el primero en reconocer esa delineación– todos y cada uno de los ritmos, se componen de esas seis formas básicas, particularmente o en combinación; y, es el empleo hábil de estos ritmos el que establece el intercambio armónico con la audiencia y de esta forma, la comunicación. En el mismo ensayo, describe con más detalle el uso del ritmo tanto para sosegar, como para calmar o excitar, así como el lugar del ritmo en la prosa, la poesía y hasta en las artes visuales. Porque en un análisis final, observó con agudeza: “El ritmo y su expresión es la clave fundamental para todas las formas de arte”.
A través de las páginas de ARTE también se tratan pertinentemente los fundamentos de la presentación, sobre lo cual afirmó: “La presentación artística siempre triunfa en el grado en que se hace bien. La facilidad con que se haga, es totalmente secundaria”. Por ello, “un verdadero profesional puede hacer las cosas aparentemente con mucha facilidad, pero en realidad, está poniendo su atención en que cada minúscula parte sea exactamente correcta”. Precisamente con esta finalidad, abordó además, el arte más o menos perdido de las maneras en el escenario (un asunto particularmente interesante en esta era de “rock-shock”). Pero el hecho es que, sin tener en cuenta lo desdeñoso que puede parecer el sarcástico intérprete de rock, “el grado de afinidad con la audiencia o para la audiencia debe expresarse físicamente”. Porque en última instancia, el propósito de la actuación es básicamente la comunicación, y citando uno de los principios fundamentales de Scientology, la comunicación es imposible si está ausente la afinidad.
De sus propias actuaciones, por improvisadas que fueran, se dijo que habían sido un modelo de todo lo que él había aconsejado. Cuando Ronald aparecía con su traje de etiqueta sentado a un piano de cola para interpretar ante la audiencia, por ejemplo, de una convención de Scientology, la impresión general de todos era la de una refinada elegancia: cada gesto positivo y refinado, cada nota y modulación vocal impecable y, en pocas palabras, la encarnación de un creador de música cuyo trabajo, “resume la calidad de la comunicación”



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